lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Quién nos podrá defender?

En un país donde el ciudadano no cuenta con garantías de una subsistencia equiparada a un esfuerzo en base a su propio trabajo. En que existe leyes para todo pero no se cumplen son implementadas en su mínima expresión o sencillamente ignoradas y más aún sin ser conocidas a fondo y claro porque como (los y las ciudadanas no tenemos un papel bien definido situación tal vez producto de la cultura dominicana). Supuestamente necesario pero, hasta jocoso es que dichas leyes estando en vigencia son objeto de reglamento pues, para clarificar el contenido de dichas leyes. Lo cual implica gastos extras de tiempo, dinero y esfuerzo para el país, y en definitiva mayor cantidad de tiempo para entrar en materia.

Las experiencias frustrantes y que llenan de desconcierto a cualquiera. Dignas de escribir en un libro y que dejan una verdadera sensación de impotencia son: cuando los servicios públicos o privados que estás supuesto a recibir te lo dan con mala cara, como si no, estuvieras pagando por los mismos, ya sea directa o indirectamente. Las universidades privadas se dan el lujo de cobrar un semestre entero aunque solo se inscriba una materia, subir los créditos según les parezca y no te puedes quejar, pues ¿quién te va a defender?

En cuanto a las clínicas y los medicamentos se tornan tan caro a veces que podríamos pensar en que en este país enfermarse es un lujo. No obstante sea en un servicio (público), para que te ingresen y mediquen tienes que tener dinero porque normalmente nunca hay lo que debería no faltar en un centro médico así se llame hospital.

Un dolor de cabeza de 11 meses es el asunto de los colegios, para tener el privilegio de estudiar en un colegio tienes que asumir la violación a tu derecho de protestar porque no podrás hacer nada igualito que con el servicio telefónico solo lo tomas o lo dejas, ellos tienen la última palabra.

Las empresas o instituciones se dan el lujo de exigir el ciento más uno por ciento a los empleados pero a la hora de aumentar el sueldo o promoverlos se atreven hasta a decir que la capacitación que reciba el empleado es para el departamento no para subir a otros nivelas en el marco departamental, institucional o empresarial a menos que la gestión sea hecha por un en llave, es decir, un amigo o padrino mágico que ayude con la inserción en el campo laboral aún se trate de una persona iletrada, con menor capacidad e incluso conducta reprochable.

El salario promedio de un empleado público es casi una ofensa ante el costo de la canasta familiar y los pasajes del transporte público (los amos y señores de las calles de la capital) ley, batuta y constitución por encima del gobierno. Aquí los comerciantes ponen el precio a la mercancía según como le amaneció el día y los consumidores no tenemos con quién quejarnos lo que si es seguro es que lo que sube no vuelve a bajar. Las diferencias entre los precios de los productos desde comestibles, incluso productos de primera necesidad o frutas, mariscos Y TODOS LOS ARTÍCULOS DE CONSUMO SUELEN SER DESPROPORCIONALES DE UN ESTABLECIMIENTO A OTRO. Parecería que mientras más estudias y te preparas menos posibilidad hay para colocarte en un puesto de trabajo porque ya están ocupados por un grupito que muchas veces goza de todo menos de capacidad y otras veces son unos pocos que tienen el poder y benefician a su gente por en cima de lo que debería ser o se requiere. Lo peor de todo, es que ya no tenemos quien nos defienda porque el chapulín colorado es un cuento ya pasado y colorín colorado este cuento se ha terminado.

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