viernes, 24 de octubre de 2008

LA REBELION DE LOS HUEVOS

LA REBELIÓN DE LOS HUEVOS

Regularmente en la vida hay dos posturas, una es la del huevo, y claro está la otra que es la de la piedra.

De forma que en el primer caso se juega un papel de sumisión y en el segundo de dominación, como se puede ver en los siguientes ejemplos:

- A la hora de que un estudiante (en cualquier situación e incluso en condiciones especiales), se encuentra con un profesor inconciente que abusa de su posición, que más que servir de guía o enseñar, coloca obstáculos en el proceso de desarrollo del estudiante.

- En las relaciones empleador/empleado que es donde se suele tener una estructura vertical y de interés material y no humano.

- Cuando ambos miembros de una pareja no reconocen sus derechos.

- En las relaciones Padre/Hijo, muchas veces el lado más débil de la soga es el lado del hijo y por supuesto es por este lado donde se rompe.

En todos estos casos se puede evidenciar la ausencia de una sustancia o fórmula perfecta la cual ayuda la convivencia o interacción de los hombres y mujeres en cualquier edad, de cualquier cultura, religión, nacionalidad, condición social, física o de salud.

Algunos lo perciben como un sentimiento, otros como un mandamiento; en ese mismo orden hay personas que lo entienden como sencillamente una norma de vida (Amor).

Si en las acciones del diario vivir los individuos pudieran colocarse en el lugar del otro, es decir, poniéndose el zapato del otro, las situaciónes serían diferentes, pues la actitud discriminatoria disminuiría y los abusos y vejaciones también. Si la piedra tomara la textura del huevo aunque sea una vez, nisiquiera se tomarian sus diferencias como ejemplo, ya que al fin y al cabo se manifestaria la equidad, porque ante todo, somos humanos, y ante los ojos de Dios (para el que lo crea así o no) todos somos iguales.

La textura o la forma, ya sea como la dureza de la piedra o como la suavidad de la cáscara del huevo se siente en las palabras de igual forma que en los gestos, y quizás el efecto no es el más deseado.

En conclución les exorto que tratemos de no ser piedras en el juego, porque eventualmente llegara la ocasión en que seamos huevos.


Sugey de Jesús

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