Bajo el cielo y más aún, en el orden divino del autor de la vida, todos tenemos la oportunidad de ser investidos por el subliminal e impactante amor del Padre celestial, manifestado en nuestro señor Jesús.
La posibilidad de recibir el toque del Espíritu está siempre disponible aún cuando nos consideremos fuera de la gracia de Dios, pues la sangre del Cordero de gloria que fue derramada en la cruz nos lavó del pecado.
Soy un ejemplar del amor perfecto, soy una creación única y perfecta; del dador de la
vida, del creador del universo. Me apropio de la condición de hija, renuncio a mi antigua vida, donde Dios no existía, pues mi mente estaba entenebrecida, pero hoy el Señor me hace levantar como las águilas, puedo visualizar por encima de las circunstancias enfocando mi mirada en el amor, el bien y la eternidad.
Puesta mi mirada en Cristo, nada me es imposible, bien sabido es que el denuedo y el amor por las almas llenan mi vida de energía como la de búfalo, que por mi debilidad a causa de mi humanidad se presenta como uno de los enemigos que debo vencer.
Hay dos voluntades que determinan el modo de vida de cada uno de los seres humanos; la de Dios, que es agradable, buena y perfecta y la del hombre o mujer en su libre albedrío, sujetando esta a la del Supremo, él toma dominio y control cumpliéndose el principio de buscar primero el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura.
Jesús es el rey de gloria y poder, vivir en él es alcanzar sus promesas y riquezas en gloria, el Espiritu santo capacita y equipa para caminar con él y en él; y para moverse en fé y en lo sobrenatural con acciones y obras como las que nos enseñó el maestro Jesucristo
Recibir por gracia el soplo de vida, el milagro de la salvación, creer que desde antes de la fundación del mundo y que me formara en el vientre de mi madre ya el autor de la vida me conocía y me guardó para cumplir un propósito, es más que un regalo y más que esto un compromiso.
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